“A mí me pasaba a menudo con mis problemas sensoriales. Yo era muy susceptible a los sonidos y los ruidos repentinos me asustaban, y a menudo eran la causa de mis rabietas. También tenía problemas táctiles, sobre todo con caricias suaves o con caricias que no esperaba, las cuales podían ser la causa de una rabieta. De hecho, me asustaba cualquier acontecimiento inesperado. … No pegaba a nadie, pero podía machacar o romper cualquier cosa que se encontrara en mi camino”.
Comenzamos este artículo con este relato personal de Gunilla, persona con TEA, en el que describe de manera muy concreta una parte de su vida. Este fragmento invita al lector a reflexionar sobre cuatro aspectos muy importantes que ya comentamos en el anterior blog, La ansiedad en las personas con TEA:
Las crisis de ansiedad son una fuente de angustia y dolor emocional tanto para la persona con autismo o síndrome de Asperger como para quienes conviven con ella día a día. Si no se hace un buen trabajo de detección de detonantes, el sentimiento de indefensión en la persona con TEA es devastador. Si queremos que las personas con TEA tengan calidad de vida, no podemos permitir que la ansiedad las termine controlando.
La experiencia en el tratamiento de la ansiedad de las personas con TEA nos ha indicado que cuando comprendemos bien a esa persona, y entendemos por qué se da una conducta problemática, somos capaces de pensar en métodos de intervención, y posiblemente estos sean tan individualizados que quizás no puedan ser utilizados con otras personas con TEA. Remarcar nuestra entrada de Personas con TEA en Adultos, donde se pueden obtener información importante relacionada.
Para el tratamiento de la ansiedad, es necesario, reunir información de posibles desencadenantes, y de esta forma averiguar que está sucediendo y comprender bien a la persona con TEA antes de conocer métodos o programas de intervención. Utilizar dichos métodos o estrategias sin disponer de esta información previa puede ser además de inadecuado, peligroso.
Las diferentes propuestas de intervención que a continuación os presentamos tienen un objetivo común: reducir y controlar los niveles de ansiedad. Pueden utilizarse aislados, juntos o en combinación con otros tipos de intervención.
Estos métodos deben ser enseñados a la persona con TEA y una vez aprendidos, esta deberá ser capaz de aplicarlos de manera que gane en autonomía e independencia para gestionar su propia ansiedad.
Antes de comenzar a explicar las diferentes propuestas de intervención es importante tener presente varios aspectos o características que definen a las personas con autismo o síndrome de Asperger:
- Dificultades en la comunicación y el lenguaje. Nos indica que debemos simplificar el lenguaje cuando nos dirijamos a ellas, evitando conceptos abstractos complicados de entender.
- Dificultades en las capacidades de anticipación y flexibilidad mental y comportamental. Nos indica que debemos proporcionar orden y estructura, en la medida de lo posible.
- Alteraciones en la interacción social. Dificultades claras para manejarse en el mundo social en el que nos desarrollamos.
- No todas las personas con TEA presentan el mismo desarrollo cognitivo por lo que debemos ajustarnos a su capacidad cognitiva, así evitaremos la sobrecarga y eliminaremos demandas innecesarias, por ejemplo, que pueda hacer tareas o exámenes con ordenador si le cuesta escribir a mano.
- Las dificultades para generalizar aprendizajes a otros contextos diferentes de donde se ha aprendido una actividad, una acción o una conducta determinada.
- Hay que aprovechar las capacidades que en la mayoría de las personas con TEA permanecen preservadas, como es la capacidad visual.
Las propuestas que a continuación os especificamos las hemos enfocado en dos ámbitos concretos de actuación: por un lado, en el control del entorno de la persona con TEA y por otro en el aprendizaje de diferentes técnicas que se pueden llevar a cabo para el control o manejo de la ansiedad.
Debemos encontrar un lugar tranquilo, una zona confortable donde la persona con autismo o síndrome de Asperger pueda sentirse libre para balancearse, dedicarse a sus tareas preferidas como mirar libros, romper papelitos, etc. Un espacio donde puedan acudir si las cosas no van bien o si necesitan recuperarse de una situación que les ha provocado nerviosismo.
Indicar qué actividad debe realizar en un espacio determinado y con quién les ayuda a comprender que cada espacio tiene un propósito específico y así comenzaran a asociar determinadas actividades con determinados comportamientos. Hay que recordar que estas personas no saben de forma intuitiva lo que se espera de ellos en cada lugar. Por tanto, debemos enseñarlo de forma explícita y de manera intencionada.
Con relación al tiempo, este debe ser concreto y visual, mediante el uso de temporizadores, relojes de arena, digitales, etc. Debemos permitir a la persona con TEA ver el tiempo. Indicarle cuándo pasa algo o cuándo debe hacer algo, cuánto dura una actividad o cuánto tiempo debe permanecer es esa actividad, cuándo debe parar o si ha terminado. Si organizamos y estructuramos el espacio y el tiempo, empezaremos a dar orden al mundo caótico de las personas con autismo o síndrome de Asperger.
En cuanto a la organización y estructuración de las tareas y actividades, la persona con TEA debe saber qué debe hacer, cuánto debe hacer, qué viene después, de qué manera debe ir realizando las diferentes tareas, etc. Es importante definir de manera clara, concreta y visual las actividades y evitar dar opciones. Si hay que darlas, que no sean demasiado abiertas. Pensar que cuando a una persona con autismo o síndrome de Asperger le clarificamos lo que va a hacer le va a dar seguridad, por lo tanto, le estamos proporcionando calma y tranquilidad.
La capacidad para afrontar la ansiedad no es tanto una capacidad innata como una habilidad adquirida, aprendida. Solo con constancia se podrán obtener resultados efectivos.
Os explicamos brevemente el uso de las siguientes técnicas que se pueden llevar a cabo con las personas con TEA:
1) Siéntate en una silla. Ponte cómodo.
2) Haz muecas. Cuenta hasta 3. Respira hondo.
3) Tensiona los brazos. Cuenta hasta 3. Respira hondo.
4) Tensiona brazos y hombros. Cuenta hasta 3. Respira hondo.
5) Tensiona las piernas. Cuenta hasta 3. Respira hondo.
6) Inspira relajadamente y suelta la tensión espirando.
Para enseñar bien a controlar la respiración hay que indicar a la persona con TEA que en cada inhalación y exhalación de la respiración se cuenta hasta cuatro, con una espera de cuatro segundos hasta la siguiente inhalación.
Existen ya elaborados muchos guiones para el entrenamiento de la relajación muscular que podéis encontrar en los libros recogidos en la bibliografía que indicamos al final del artículo.
Hay que recordar que cualquier técnica de relajación muscular y de control de respiración se puede dibujar en pictogramas y enseñarla de esta manera a la persona con TEA.
Además de estas técnicas de relajación muscular y de respiración se pueden implementar otras estrategias calmantes o de liberación de la ansiedad. Se trata de identificar actividades, experiencias que gusten a la persona y que le permitan calmar el cuerpo y la mente: tocar suavemente la espalda con una presión firme y constante, imitar animales, jugar en una piscina de bolas, romper papelitos, juegos de estrujar cosas, ver matrículas de coches, mapas, etc.
La exposición más efectiva es la gradual. Para llevarla a cabo hay que delimitar bien los pasos y cómo hacerlo:
1) Hacer una lista de situaciones que se evitan o que generan ansiedad.
2) Ordenarlas en función del grado de dificultad.
3) Comenzar con la exposición en la situación que se ha seleccionado durante un tiempo muy corto.
4) Ir repitiendo la exposición ampliando el tiempo de manera progresiva hasta que pueda afrontarla sin dificultad valorando los logros con la persona con TEA.
5) Pasar a la siguiente situación de la lista.
Un ejemplo de situaciones donde se suele usar esta técnica es la exposición de la persona con TEA en los centros comerciales.
Esta tabla se completa con la persona con TEA, indicando qué situaciones le incomodan, molestan y le provocan ansiedad, que síntomas físicos nota y que emoción acompaña a la situación: enfado, tristeza, preocupado, miedo, etc.
El siguiente paso a trabajar con la persona con TEA sería analizar cómo podría afrontar esas situaciones que le provocan ansiedad y qué podría cambiar la persona con TEA o los demás para aliviar la ansiedad.
Con este artículo hemos querido ayudar a las personas con TEA y a sus familias. La ansiedad y su tratamiento es un campo amplio y hemos recopilado unas pinceladas en base a la experiencia práctica que durante tantos años hemos llevado a cabo.
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