Los gestos son actos que pertenecen a la comunicación no verbal, la cual tiene un papel muy importante en el proceso comunicativo. La comunicación no verbal le da sentido a todo el proceso comunicativo, acompañan a nuestro lenguaje oral para completar el mensaje que queremos transmitir.
Por ejemplo, no es lo mismo dar las gracias sonriendo que dar las gracias sin sonreír. Este segundo acto puede tener connotaciones negativas e irónicas. Además, las emociones y los estados de ánimo los solemos transmitir a través de la comunicación no verbal.
Los gestos y el habla están muy vinculados en las primeras etapas del desarrollo de los niños y las niñas, es decir, desde el período del balbuceo hasta las primeras palabras.
Durante la primera etapa del desarrollo, la etapa del balbuceo, los bebés producen gestos sin combinarlos con las vocalizaciones. Sin embargo, cuando empiezan a producir las primeras palabras, las acompañan con gestos y uno de estos primeros gestos es el de señalar.
Este gesto es el primero de otros muchos que tiene un gran peso en la comunicación, ya que es intencional, intersubjetivo y simbólico. A través del gesto de señalar, se puede:
Señalamos para dirigir la atención de alguien sobre algo que nos llama la atención o algo que queremos conseguir. Esta acción suele aparecer sobre el octavo o el noveno mes de vida, cuando los bebés comienzan a pedir cosas o bien con un dedo o bien con toda la mano. Junto a esta acción aparece la atención conjunta.
“La atención conjunta es la capacidad de seguir la dirección de la mirada del otro o mirar donde alguien más está mirando (Butterworth, 1991)”.
Según esto, yo defino la atención conjunta como la habilidad de compartir un enfoque común entre personas, objetos, etc. Gracias a ella, podemos interactuar con otras personas, nos comunicamos e interactuamos con los demás.
Podemos decir que la comunicación comienza con esa atención conjunta. Mientras el niño o la niña no se den cuenta de que estás intentando entrar en su juego, no hay interacción entre ambos.
En este punto nos planteamos la siguiente pregunta: ¿Se puede trabajar la atención conjunta? La respuesta es sí. Para ello tocamos el objeto que se quiere señalar en lugar de hacerlo desde lejos, objetivo al que llegaremos tras varias actuaciones. Esta actividad contribuye al desarrollo de la atención conjunta. Es necesario crear situaciones en las que podamos trabajar con nuestra persona con TEA el gesto de tocar el objeto, primer paso para llegar al gesto de señalar.
Ahora bien, ¿cómo conseguimos que los niños que no tienen lenguaje verbal consigan señalar? ¿Qué hacemos si nuestro hijo o nuestra hija no señala?
Lo primero que necesitamos conocer es ver cuál es su centro de interés, qué es aquello que más le llama la atención, puesto que, sin esa atención, no vamos a poder trabajar la aparición del gesto de señalar. Los objetos que usaremos pueden ser alimentos, juguetes, objetos de higiene, prendas de ropa, es decir, aquellos que más le interesen.
Una vez que hemos descubierto qué es lo que más llama su atención comenzamos a trabajar. Todo el proceso lo hacemos de manera lúdica y amena. Para ello, cuando estemos jugando con ella, cogemos el juguete que más le gusta y se lo presentamos diciéndole el nombre y moldeando su dedo índice para que lo toque, de manera que lo señale. En ese momento le damos el objeto que está pidiendo. Debe haber una respuesta inmediata cuando toque el objeto, para que la acción tenga sentido para el niño o la niña.
Realizamos el proceso de forma circular: cogemos el objeto, lo nombramos a la vez que moldeamos el dedo de la persona con TEA, jugamos con ella. Repetimos el proceso: cogemos el objeto, lo nombramos a la vez que moldeamos el dedo y jugamos con ella.
El objetivo de esta acción que estamos haciendo de manera circular es que el niño o la niña sea capaz de asociar que, si toca el objeto con el dedo, lo obtiene.
Una vez que afianzamos el hecho de tocar el objeto, es el momento de pasar al siguiente paso: alejar el objeto de su dedo para que empiece a “señalar” a distancia.
Llevamos a cabo el mismo procedimiento: le mostramos un objeto de su interés y, cuando vaya a señalarlo, separamos el objeto de su dedo, de forma que esté señalando, pero sin existir ese contacto del principio. Inmediatamente después, le damos el objeto en cuestión. Repetimos esta secuencia varias veces, creando las oportunidades necesarias para ello. Una vez que consigamos que señale a distancia en estas situaciones “preparadas”, pasamos al siguiente paso.
Colocamos fuera de su alcance, pero a su vista, estos objetos o juguetes favoritos para que, de esta manera, tenga la necesidad de señalar lo que quiere y así fomentar el gesto de señalar a distancia.
Una vez que esta acción esté afianzada, podremos pasar a la acción de petición. Ahora incorporamos la pregunta: ¿Qué quieres? Para obtener como respuesta esa acción de señalar. Es importante que siempre le demos la respuesta verbal por nuestra parte, para de esta forma trabajar la ampliación de léxico y servir de modelo.
* Nota de la autora: me refiero al género femenino por tratarse de persona con TEA, ya sea niño o niña, según corresponda.
Rivière, A y Martos, J (Comp.). (2000). El niño pequeño con autismo. Editores: Madrid: Asociación de Padres de Niños Autistas (APNA).
Escudero-Sanz, A., Carranza-Carnicero, J.A. y Huéscar-Hernández, E. Aparición y desarrollo de la atención conjunta en la infancia. Universidad de Murcia y Universidad Miguel Hernández de Elche. Departamentos de Psicología.
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