¿Qué impacto tiene la Integración Sensorial en el desarrollo de nuestros niños? El desarrollo cognitivo de un niño sigue una serie de etapas que van definiendo sus aprendizajes. Pese a que hay unas fases establecidas, estas pueden variar, ya que un mismo estímulo no va a ser procesado e interpretado de la misma manera por dos personas diferentes. Piaget secuenció este desarrollo en diferentes etapas, por las que van pasando todos los niños en su desarrollo cognitivo.
Durante los dos primeros años de vida de un niño, dentro de las etapas de desarrollo cognitivo de Piaget, tiene lugar el período sensoriomotor. Los bebés evolucionan desde los reflejos innatos, que van integrando en patrones más complejos. Durante este tiempo, el bebé se relaciona con el mundo a través de los sentidos y de la acción.
El desarrollo sensoriomotor de un niño abarca la capacidad para controlar su cuerpo, realizar grandes o pequeños movimientos e integrar las sensaciones que provienen de los sentidos.
Esto se traduce en la capacidad de los bebés para ir adquiriendo habilidades mediante un patrón que sigue un orden y que siempre es el mismo (a excepción de pequeñas variaciones). Además, el desarrollo motor sigue tres patrones generales:
Estos patrones explican y dan sentido al orden en el que se suceden los hitos del desarrollo. Un bebé consigue primero el control de la cabeza, después es capaz de mantenerse sentado y, finalmente, camina. Además, cuando son más pequeños realizan todo cerca de la línea media y, a medida que el desarrollo motor va avanzando, son capaces de centrarse más en los extremos y utilizar las manos con movimientos más precisos.
Ya hemos comentado que el desarrollo motor es acumulativo, este dato es importante para entender que, si no se han conseguido los hitos esperables para su edad de desarrollo, no va a ser posible integrarlos en aprendizajes superiores. Es decir, si un niño no ha conseguido mantenerse sentado, no va a estar preparado para gatear.
En sus primeros años de vida, gran parte de su desarrollo y aprendizaje viene ligado a su desarrollo motor y sensorial. Los ruidos, los colores, las texturas… todos son estímulos que van construyendo el procesamiento sensorial. Todas estas cuestiones tienen un gran impacto en los primeros años de vida. El sueño, la alimentación y el juego ocupan la mayor parte del tiempo en el día de un bebé y son áreas que pueden verse afectadas si existe un desorden del procesamiento sensorial.
Sabiendo esto, podemos comprender que la participación de un niño en las actividades esperables para su edad puede verse afectadas por este tipo de dificultades, pero ¿hasta qué punto influye todo esto en el día a día de los más pequeños?
Durante las sesiones es común encontrarnos niños con dificultades para participar en numerosas actividades. La gran mayoría ya conoce las dificultades que pueden encontrar las personas con TEA para ir a un centro comercial, estar en contacto con la arena de la playa o cortarse el pelo, y la relación que guardan todas estas acciones con los trastornos del procesamiento sensorial. Pero existen muchas otras actividades que les suponen un reto y que, en muchas ocasiones, pasamos por alto y pueden guardar relación con las disfunciones del procesamiento sensorial. La alimentación, la capacidad para aprender a abrochar botones o atar cordones, la lectura, la escritura, y un largo etcétera, también se encuentran en esa lista de desafíos para algunos niños con TEA.
En otros artículos, hemos presentado tres sistemas sensoriales que son los grandes protagonistas en el procesamiento sensorial, pero en esta ocasión vamos a centrarnos en la relación que existe entre ellos y la participación de un niño en diferentes ambientes.
¿Qué tiene que ver todo esto con que un niño no coma o con que encuentre dificultades para aprender escribir?
La alimentación es una de las cuestiones que más preocupan a los padres de los niños con TEA, ya que suelen ser muy selectivos. Nos encontramos casos en los que no son capaces de tolerar ciertos sabores, olores, texturas e incluso colores, pero ¿por qué no come un niño realmente?
Existe una larga lista de factores que pueden estar influyendo. En muchas ocasiones, es común escuchar que esta selectividad está ligada a la inflexibilidad asociada al trastorno, pero existen otros muchos aspectos que se suelen tener menos presentes y que pueden estar teniendo un gran impacto en la alimentación. Es aquí donde entra el procesamiento sensorial, comer es una experiencia sensorial que requiere que los sistemas sensoriales y las habilidades motoras trabajen de forma simultánea.
Desde que un niño nace, su desarrollo sensoriomotor está influyendo en la alimentación. Dificultades para engancharse al pecho, rechazo de texturas o dificultades para la masticación, son solo algunos de los problemas de alimentación que nos podemos encontrar si existe un trastorno del procesamiento sensorial.
Por otra parte, otra de las áreas que se puede ver afectada es la participación en el centro escolar. El colegio es un entorno con múltiples estímulos, que puede convertirse en un desafío constante si hay dificultades sensoriales.
Percibir letras y palabras, planificar acciones necesarias para la escritura, ajustar el lápiz en la mano, mantener la postura en la silla, organizar el movimiento de la mirada en la pizarra, trabajar con texturas, modular el sonido y la luz a la que están expuestos y muchas otras tareas comunes en la escuela, requieren que los sistemas sensoriales estén trabajando de forma continuada para poder afrontar estos estímulos dando respuestas adaptativas.
Si existen dificultades para la discriminación visual, el control viso-motor es deficiente, la discriminación táctil es inadecuada o la modulación sensorial está desajustada en alguno de los sistemas, el niño puede verse sometido a un nivel de saturación muy alto, que no le permite adaptarse a la demanda y que suele derivar en conductas disruptivas.
Con frecuencia nos encontramos con niños que tienen grandes dificultades para vestirse de manera independiente. Abrochar botones, atar cordones, manejar cremalleras, e incluso orientar prendas de forma correcta, requieren capacidades sensorio-motoras muy amplias. Discriminación táctil, cruce de la línea media, capacidades viso-espaciales, buen manejo de la pinza de manera funcional, son solo algunos de los requisitos necesarios para poder llevar a cabo estas tareas.
En resumen, estas son algunas de las muchas áreas del desempeño en las que la participación de los más pequeños puede verse afectada cuando existen trastornos del procesamiento sensorial. Por ello, hay que mirar más allá, plantearnos por qué nuestros hijos están encontrando dificultades para llevar a cabo determinadas actividades y acudir a Terapia Ocupacional para abordarlas.
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