Cuando una persona con autismo llega a una familia, supone un impacto que afecta a casi todos los ámbitos de nuestra vida: pareja, hermanos, familia extensa, amigos, vecinos, recursos, trabajo, etc.
Es evidente que tener un hijo o hija con TEA constituye un problema en mayor o menor grado. Razón por la que muchas familias acuden a recibir ayuda de profesionales cualificados para que intervengan con la persona con autismo con el objetivo de mejorar en las diferentes áreas afectadas; además de recibir orientación durante las diferentes etapas de la vida. Sin lugar a dudas, poder contar con un buen profesional va a ser un factor importante para el buen desarrollo de la persona con TEA y su entorno.
A lo largo de los años, hemos aprendido que no todos los profesionales que se dedican al mundo del autismo, o que quieren dedicarse, logran con éxito su objetivo por muchos conocimientos teóricos o prácticos que tengan. También ocurre que a pesar de desempeñar su labor profesional de manera exitosa con algunas personas con TEA, no llegan a “conectar” con otras. Sin olvidarnos de que hay muchos profesionales que comienzan en esta carrera sin un final determinado y abandonan a mitad del recorrido.
Terapeuta preparándose para una sesión.
Evidentemente, es necesario definir un perfil profesional si lo que se pretende conseguir son buenos resultados en la persona con TEA y su entorno.
Para ello, tomamos como referencia el capítulo 22 “El perfil de la persona del terapeuta de autistas” de Hipólito Vega, extraído de Rivière A. y Martos J. (1997) El tratamiento del autismo. Nuevas perspectivas. Madrid: Ministerio de trabajo y asuntos sociales. Instituto de Migraciones y Servicios Sociales (IMSERSO). Asociación de padres de niños autistas (APNA).
Hay que definir tres prerrequisitos de la persona que quiere ser profesional en el ámbito del TEA:
Sin lugar a dudas, el profesional se enfrenta a la persona con autismo o síndrome de asperger con sus conocimientos, su metodología, su experiencia y sobre todo con su persona, con su forma de ser, con su personalidad. El trabajo con las personas con TEA y su entorno, es un trabajo duro, lleno de altibajos, y solitario, donde las preguntas que siempre hay que hacerse son:
Para finalizar, mencionamos una reflexión que Ángel Riviére compartía con su alumnado en sus clases de formación sobre el TEA: “El profesional que se dedique al mundo del autismo, es como si escalase continuamente el Everest, es duro, es mágico, es satisfactorio, y nunca, nunca debe olvidar que dos pasitos que se den hacia delante siempre irán acompañados de un pasito hacia atrás”.
Comunidad para familiares y profesionales que viven cada día con el Trastorno del Espectro Autista
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