Las personas con TEA van a atravesar las mismas etapas vitales que el resto. Durante la adolescencia los cambios físicos y emocionales que la acompañan son iguales para todas las personas.
Los cambios físicos y emocionales que surgen en las diferentes etapas vitales vienen acompañados de necesidad de información. La persona con TEA necesita estar preparada para evitar miedos e inseguridades derivadas de nuevas experiencias.
Debido a que la adolescencia es la etapa de apertura a las relaciones afectivo-sexuales, y las personas con TEA presentan dificultades de interacción social, en mayor o menor grado, es importante prever que la persona con TEA necesitará no solo que le enseñemos como sucederán estos cambios, sino también como ha de ser su comportamiento a nivel de normas sociales y de psicoafectividad.
Además, hay que enseñarle autonomía en relación a hábitos de autocuidado y de higiene corporal: afeitado, depilación, uso del desodorante, etc.
Especialmente relevante es la llegada de la menstruación en las mujeres con TEA, siendo necesario, al igual que en las mujeres neurotípicas, mantener una comunicación fluida para anticiparle lo que va a ocurrir, y así proporcionar tranquilidad y seguridad por la novedad que va a experimentar. Hay que tratarlo con la misma normalidad que en cualquier niña, prestando una atención más especializada si es que hay grandes dificultades en comunicación y si existe discapacidad intelectual.
La sexualidad es necesario abordarla desde el ámbito familiar, desde el centro educativo donde esté escolarizada la persona con TEA, o desde el gabinete o centro donde reciba terapia, si es que recibe algún tipo de intervención.
Cada persona con TEA presentará dificultades propias, recordemos la individualidad del ser humano y la heterogeneidad de personas con TEA. Por lo tanto, es necesario, que llegado el momento se realice una comunicación entre familias, docentes y profesionales sobre como manifiesta su sexualidad la persona con TEA y que acuerdos establecer para enseñarle normas y valores sexuales propios de la familia y el entorno donde se desarrolla.
Como dice Silvina Peirano, especialista en sexualidad y diversidad funcional, las familias piensan que tienen que enfrentar la sexualidad de sus hijos/as en un determinado momento, y en principio la sexualidad es cualquier cosa, menos un campo de enfrentamiento. A las sexualidades no hay que enfrentarlas, hay que acompañarlas, hay que propiciarlas.
La manera más adecuada deberá partir de nuestro conocimiento sobre las necesidades concretas que presenta la persona con TEA en cuestión, para así adaptarnos a sus necesidades y que la enseñanza y explicación sea efectiva.
Para ello, deberemos saber el grado de afectación que tiene en las diferentes áreas del desarrollo y si tiene o no discapacidad intelectual. De esta forma adaptaremos nuestro mensaje en función de sus características. Importante no sobreinformar y siempre atender a su capacidad cognitiva.
En líneas generales, como estrategias metodológicas podemos:
Como temas a abordar, entre se hará hincapié en:
IMPORTANTE: Nunca debe darse todo por explicado
Si tenemos en cuenta que la sexualidad se desarrolla mediante la interacción y comunicación social, el contacto físico y la asimilación de reglas y normas sociales, podremos deducir que muy probablemente la persona con TEA podrá tener conductas sexuales inapropiadas.
Entre los problemas más comunes podemos encontrar conductas socio-sexuales desadaptativas como, masturbarse en público, desvestirse también sitios públicos, no respetar los límites de las relaciones interpersonales, hacer comentarios improcedentes, no respetar la intimidad de la otra persona, etc.
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