En la primera parte del artículo Las dificultades en el sueño de las personas con TEA, se hacía referencia a la problemática del sueño en personas con autismo y síndrome de Asperger, y proporcionamos orientaciones claras sobre lo qué es o no es adecuado hacer.
Aquí, os exponemos una serie de situaciones reales que una gran mayoría de familias han tenido que vivir.
Hemos hecho esta recopilación de vivencias con el objetivo de ofrecer maneras de proceder ante situaciones determinadas, sin olvidar la diversidad y la heterogeneidad de las personas con TEA.
Si no se duerme en nuestra cama, no se duerme. Ha establecido su propio ritual, me da la mano, coge su muñeco, me obliga a tumbarme, sin soltar su mano y así se duerme. Una vez dormido, le llevo a su cama. Cuando se percata de que no estoy a su lado y que está en su cama, empieza a gritar y viene corriendo a nuestra cama. Como tenemos que descansar y hemos optado por dejarle en nuestra cama. Así dormimos todos.
Orientaciones: Si analizamos bien la situación de las dificultades del sueño, observamos dos conductas que hay que reconducir, 1.º la costumbre de dormir con sus padres y, 2.º, el levantarse de madrugada e ir a la cama de sus padres. ¿Por dónde?:
La estrategia es hacer una separación progresiva de alejamiento. Es necesario ponerle un colchón al lado de la cama de los padres o una camita pequeña. Cuando sea la hora de dormir, dejamos que coja su peluche, pero le indicamos que la mano no. “A nuestro lado sí, mano no”. “Con su peluche y a nuestro lado”.
Empezamos el trabajo. Primera noche: en la habitación de los padres, le decimos que va a dormir en ese colchón o en esa cama al lado de nuestra cama (la de los padres). Le acostamos. La madre o el padre permanece al lado de su cama. lógicamente, no querrá, se enfadará. Hay que ser muy persistente con el límite puesto y no se cederá a su propósito. Lo único que se podrá hacer es darle un poquito la mano si le cuesta tranquilizarse. En unas semanas, siendo constante, se acostumbrará a esta nueva situación de dormir al lado de los padres y no con ellos.
Una vez que se haya acostumbrado, iremos separando de manera progresiva el colchón o la camita de la cama de los padres. Así, más separado, permanecerá una semana más. Pasado ese tiempo, le llevaremos a su cama. Cuando ya se hace esta separación, no tiene ningún problema en irse a su cama puesto que el estímulo de estar al lado de sus padres y con la mano cogida ya no existe. Y, por lo general, no se vuelven a levantar de madrugada en búsqueda de sus padres.
Se duerme con facilidad en su cama. El problema está que solo duerme unas 4 horas y entonces se levanta y se va al salón a hacer lo que quiere: pone la tele a todo volumen, coge sus coches, salta en el sofá, etc. Cuando esto sucede, le cojo le llevo a su cama o a la mía y ya no hay manera de que vuelva a dormir. Es agotador.
Orientaciones: Hay que establecer y ser plenamente conscientes de una norma que debemos hacerle entender:
Los motivos por los que sale de la habitación de madrugada a jugar pueden ser varios. Por eso es necesario establecer un registro observando si es por miedo a la oscuridad, por llamadas de atención, por falta de cansancio, etc.
Como es difícil determinar qué causaba que se levantará tan pronto, se recomendó a los padres que su hijo hiciera natación, ya que le encantaba el agua. La finalidad era que el niño estuviese más cansado al final del día. También se determinó retrasar la hora de irse a la cama. Se pusieron en práctica estas dos pautas. Entonces el niño empezó a levantarse cuando había dormido unas seis horas. Dormía más horas, aunque seguía yendo al salón a jugar.
Se comenzó con otra estrategia, le enseñamos la norma:
De manera muy constante y persistente en el límite impuesto, cuando el niño se levantaba al salón, los padres se levantaban y le llevaban a su habitación, indicándole la norma (la tenía dibujada mediante pictogramas en un panel en su habitación).
Al principio, los padres en el momento que le escuchaban moverse dentro de la habitación, ponían la alarma y le dejaban salir al salón, así durante varios días. De manera progresiva se fue ampliando el tiempo de espera entre la alarma y salir de la habitación. Mediante una asociación de suena la alarma, salgo de la habitación, el niño aprendió la norma establecida.
Cuando es la hora de dormir, le anticipamos y se va a su cama sin problemas. Cuando nosotros nos vamos a la cama; han pasado unas dos o tres horas generalmente, nos la encontramos jugando con sus juguetes, saltando en la cama, canturreando. Le cuesta mucho conciliar el sueño.
Orientaciones: Al analizar esta situación, determinamos que era adecuado retrasar la hora de ir a la cama, con el objetivo de reducir el tiempo de juego en su habitación y, además, se eliminó la siesta de la tarde.
A los padres se les indicó hacer un registro de a qué hora se dormía. Era importante saber la hora en la que la niña se dormía para determinar a qué hora se tenía que ir a la cama. En este caso, la niña se dormía a las 23:00. Se orientó a los padres que debían llevarla a la cama pasados unos minutos de las once. Así directamente se dormiría y no jugaría. También se le puso una norma con pictogramas:
Artículo escrito por
Equipo Cetea EdicionesExpertos en TEA y Asperger
Comunidad para familiares y profesionales que viven cada día con el Trastorno del Espectro Autista
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