Trabajar habilidades sociales implica intervenir en casi todas las áreas del desarrollo: comunicación y lenguaje, desarrollo social, conducta, desarrollo emocional, autonomía y función ejecutiva. Habilidades necesarias para vivir una vida adulta de calidad y habilidades que se encuentran mermadas en las personas con TEA.
Con más de 20 años de experiencia en el desarrollo de talleres de Habilidades Sociales para las personas con TEA está demostrada la importancia de los mismos por los beneficios personales que se logran al finalizar cada curso escolar:
Además de la evolución que las personas con TEA logran en el desarrollo social, comunicación y lenguaje, desarrollo emocional y área cognitiva.
A continuación, os damos una serie de orientaciones para intervenir de manera adecuada.
SIEMPRE HAY UN PUNTO DE PARTIDA. Hay que tener claro que buscamos con la intervención en HHSS. Nos marcarnos objetivos claros y precisos.
Un objetivo general sería Desarrollar conductas sociales, habilidades y estrategias adecuadas, que las personas con TEA puedan poner en práctica al relacionarse con los demás.
¿A qué conductas, habilidades o estrategias nos estamos refiriendo?
El desarrollo de la reciprocidad, la empatía, la adopción de roles y perspectivas, el intercambio en el control de la relación, la colaboración y la cooperación y las estrategias de negociación y de acuerdos son sólo algunas de ellas.
Los contenidos y temas de los talleres DEBEN ser plenamente funcionales, implicando activamente a las familias en su programación, desarrollo y evaluación.
Además, debemos tener en cuenta las capacidades e intereses de las personas con TEA, factor determinante a la hora de crear los grupos.
A continuación, os proponemos como podría ser el desarrollo de una sesión en el trabajo de las Habilidades Sociales. Os recomendamos que todas las sesiones sigan una estructura similar. Hablamos de 4 bloques:
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Pueden ser muchos y variados, en función del objetivo a desarrollar en la persona con autismo o con síndrome de Asperger. Algunos que os proponemos son:
Estos contenidos planteados son solo un ejemplo. Como ya os hemos expresado anteriormente dependemos de las capacidades e intereses de las personas con TEA.
Antes de terminar la sesión, jugamos. Tiene que ser un juego que escojan o elijan entre todos o todas. Para lograrlo (sin tardar muchísimo), podemos trabajar el realizar propuestas: preguntamos:
De este modo suelen llegar a acuerdos con bastante rapidez. En cualquier caso, si hay empate (dos quieren un juego y dos otro) o si no saben quién va a ser el primero en jugar, podemos enseñarles a resolverlo con piedra-papel-tijera o con pinto-pinto. Se trata de que poco a poco ellos vayan siendo autónomos en esta parte de la sesión, proponiendo los juegos y decidiendo el orden en el que van a jugar casi sin ayuda del terapeuta, aproximándonos lo máximo posible a cómo podría ser esta situación en un contexto natural.
Es importante que todos se despidan de forma correcta, ajustada siempre a la edad que tengan.
Lo ideal sería poder desarrollar estos talleres en contextos naturales, aunque no hay que olvidar que el aprendizaje de las Habilidades Sociales requiere de situaciones estructuradas y controladas. Una vez aprendidas es necesario ponerlas en práctica y generalizar el aprendizaje adquirido.
Para desarrollar los temas anteriores propuestos podemos utilizar una gran variedad de material diverso y como no, aprovechar situaciones de la vida cotidiana que ya la persona con TEA haya experimentado.
Las habilidades sociales en las personas con TEA están alteradas en mayor o menor grado, por lo tanto hay que intervenir en su enseñanza y aprendizaje. Observando la manera de interactuar de la persona con TEA, podemos determinar en qué habilidad social necesita ayuda: básicas de interacción social, para unirse a un grupo, conversacionales, comprender y expresar emociones, saber interpretar situaciones sociales, identificar problemas que pueden surgir a la hora de relacionarse con los demás y generar soluciones; para intervenir de una forma adecuada.
Es importante no invadirle (tocar o girar su cara para que nos mire). Es adecuado buscar su mirada y, una vez que sepamos que nos está atendiendo, darle un mensaje concreto y claro, evitando dar mucha información en un mismo mensaje y hacerle muchas preguntas. Nos ayudará a interactuar con el/ ella, si le mostramos un objeto de su interés o le hablamos sobre algún tema que le guste.
Comunidad para familiares y profesionales que viven cada día con el Trastorno del Espectro Autista
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