Balanceos, giros, carreritas sin fin, movimientos repetitivos de dedos, golpecitos en la barbilla, abrir y cerrar puertas, tener que llamar al timbre de casa si o si, aunque no haya nadie dentro, ver el mismo anuncio una y otra vez, memorizar mapas continuamente, preocupación excesiva por la Antártida, hablar solo, desconectar, apagarse……. Estas conductas se conocen como estereotipias motoras, estereotipias verbales, obsesiones e intereses restringidos.
¿Qué persona no ha quedado impactada al observar en una persona con autismo o síndrome de Asperger alguna de estas conductas?
En la etapa infantil estas conductas no son tan llamativas, cuando estas se dan en la etapa adulta impacta más. Así es, las estereotipias en los adultos con TEA también se dan. Esto es lo que vemos. Lo que percibimos de la persona con TEA. Aparentemente conductas sin sentido y ridículas que son un hándicap en la sociedad actual en la que vivimos. No es fácil convivir día a día con estas conductas, ni para las familias ni para las propias personas con TEA.
Pero, ¿qué es la estereotipia? ¿qué hay detrás de los movimientos estereotipados? ¿Por qué aparecen las manías, los rituales? ¿qué provoca aferrarse a intereses inusuales que llegan a ser obsesiones? ¿Qué son las estereotipias motoras y las estereotipias verbales?
Las estereotipias y las conductas obsesivas siempre aparecen motivadas por algo, por una causa. No se dan porque sí. Detrás, lo que no se ve, hay una percepción de la persona con TEA de un mundo “enmarañado” y caótico en paralelo al mundo real en el que vivimos. La manera de percibir, de sentir, unida a las limitaciones en los procesos de anticipación, de asignar sentido a las acciones y de la flexibilidad mental y comportamental, va a provocar que una persona con TEA se manifieste a través de una conducta u otra. Algunas vendrán en forma de estereotipias, otras serán obsesiones y otras serán conductas aceptadas socialmente.
Si observamos a un niño pequeño con autismo o síndrome de Asperger que se tapa continuamente los oídos, y solo nos quedamos ahí, en lo que vemos, poco vamos a ayudar a la persona con TEA. Pero si observamos al mismo niño y vamos más allá de la conducta observada, determinando la causa que provoca esa conducta (por ejemplo, el ruido ambiental) podremos ayudarle. Por lo tanto, es necesario conocer bien que es lo que está causando una estereotipia, una obsesión o una manía, para aprender como corregir las estereotipias.
Es necesario atender a las causas que llevan a realizar una conducta determinada para comprender a la persona con autismo o síndrome de Asperger, aunque a veces sea complicado llegar a determinarlas.
La persona con TEA, a veces, no puede soportar la sobreestimulación y estalla en una crisis nerviosa, manifestándose en balanceos del cuerpo, taparse los oídos, haciendo saltitos repetitivamente, aleteos de manos, movimientos de dedo, golpecitos en la barbilla o cabeza, etc.
Situaciones como ducharse, ir a una peluquería, ir al dentista, ir a un centro comercial, aspectos relacionados con la comida, el vestido, etc., pueden ser motivo de la aparición de este tipo de conductas.
Conductas como ver de manera repetitiva secuencias de películas, alinear objetos, realización de una misma cadena de acciones a modo de rutina ante determinadas situaciones, son ejemplos que nos indican la existencia de esta alteración.
La sensación de no controlar lo que acontece suele ser un detonante de aferrarse a ciertos rituales. Es una manera de encontrar su estabilidad emocional, de sentir seguridad y entrar en zona de confort. Cuanto menor es el control sobre lo que les rodea, mayor es la necesidad que sienten de aumentar los comportamientos de control del entorno.
Concretamente en el uso funcional del lenguaje, en la falta de comprensión de los mensajes, dificultad en las habilidades conversacionales, interpretación literal del lenguaje, pueden ser causas detonantes en la aparición estereotipias y fijación de rituales e intereses restringidos.
No saber cómo interactuar con los demás, no entender una situación social concreta, no comprender emociones que surgen ante una determinada situación social, no comprender la perspectiva de los demás, etc., lleva a la persona con TEA a un estado de incomprensión permanente. Lo que provoca un aumento de conductas desajustadas.
Por lo tanto, una mente que percibe de manera fragmentada, sin esquemas, en la que las novedades se perciben de manera terrorífica, con falta de comprensión ante situaciones ocurridas es un caos, en el que se necesita dar orden para sobrevivir.
En este orden, es donde entra a manifestarse la persona con TEA ante el medio. Imponiendo sus esquemas de actuación propios, aferrándose a intereses, encontrando una vía de escape a través de las estereotipias y de las obsesiones, en momentos que no encuentran el sentido.
Hay que comprender.
Hay que intervenir.
Hay que reducir.
Y hay que aprender a convivir con ciertas conductas de las personas con TEA que necesitan hacer.
Pedagoga, dedicación profesional en intervención y asesoramiento a personas con TEA, familiares y profesionales desde hace mas de 20 años
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